Acerca de angel+

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O qué hace un chico como yo en su sitio como este.

Llevo más de 10 años realizando acciones de educación formal, educación social, mejoras de empleabilidad para todo tipo de población, facilitación TICnificadora de empresas y entidades, digitalización de pymes i microempresas, recorte de la brecha digital en colectivos en riesgo de exclusión, talleres de digitalización y familia

Y desde hace 3 años tomé una decisión: intentar no utilizar papel en cualquier formación presencial o presencial virtual, píldora de 4h o FOAP de 400h... Si la entidad que me contrataba lo permitía, no hacíamos uso de materiales “analógicos”, todo debía pasar dentro de un aula de Google Classroom.

Y esto no se trataba de fusilar material para pasarlo a pdf, implicaba todo el “tripack”:

  • Evaluación continua mediante prácticas evaluativas e indicadores competenciales

  • Planificación de acciones y contenidos adaptados a la realidad laboral y digital que existe más allá del aula

  • El compromiso de empezar con tres líneas de contenidos/niveles y la promesa de no saber cuántas más se podrían crear una vez terminara la acción.

    Es decir, facilitar conocimiento a cada persona por su capacidad inicial y progreso que podía asumir, sin perder de vista los objetivos generales que se adaptan a la mayoría.

“…hemos de encontrar el punto de conexión de cada persona con la tecnologías y, a su ritmo, provocar las interacciones adecuadas.”

El hecho de poner una plataforma, herramientas y actividades detrás de un equipo informático, ha de ir más allá de simplemente poner pixeles a los contenidos: hemos de encontrar el punto de conexión de cada persona con la tecnologías y, a su ritmo, provocar las interacciones adecuadas.

Para alumnado con carencias digitales severas, vale más un curso de ofimática que termina con un buen dominio del editor de texto y la pérdida del miedo a experimentar con el resto de herramientas del paquete ofimático; que sugerir realizar una formación de inferior nivel porque no son capaces de asimilar todo lo programado inicialmente.

Y bajo estas premisas han sido tres años muy duros pero muy gratificantes.

Duros porque cada nuevo reto a afrontar por parte del alumnado, personal técnico de las entidades, o incluso los propios compañeros de claustro… Siempre acababan con un “pero para que nos complicamos con esto ahora, ya tendrán tiempo de enfrentarse a esto más adelante”.

Pero por otro lado, ha sido absolutamente gratificante recibir el feedback de alumn@s que han encontrado un puesto de trabajo que les exigía el conocimiento de herramientas no tratadas durante las acciones formativas, pero de las que realizaban procesos de aproximación fuera del territorio del “estrés digital” que tenían antes de compartir aula.

O también cuándo el equipo técnico de una entidad reconoce que digitalizar la evaluación ha supuesto un salto cualitativo a la hora de generar, gestionar y almacenar las pruebas e informes generados por cada usuario.

Y ese es el objetivo: no necesitamos crear expert@s en un determinado software o proceso, necesitamos crear expert@s sin miedo al aprendizaje continuo.

Me ha sabido muy mal tener razón. No hacía falta ser un gran gurú para concluir que íbamos tarde. Pero aún así, cuando después de estos duros mese todas las voces excépticas que me encontré por el camino acabaron por darme la razón, fue decepcionante.

“…todo ello apelando al espíritu del café. Ese espíritu de la charla de bar que me llevo a cada acción facilitadora: por eso disfruto tanto de lo que hago.”

Es por ello que aún sigo proponiendo, tanto a docentes como alumn@s que, si quieren más, fuera de horarios y de contratos educativos (cuándo la agenda sea generosa, eso sí) cuenten conmigo para hacer un café para ayudar/complementar/cocrear sus futuros. Con o sin digitalización.

El precio: el café, té (o cerveza, of course) que nos tomemos en nuestro “meeting”.

Y con toda esta realidad, en este punto del gran reto social en el que nos encontramos. Con un nivel de desconcierto que quiero desenmarañar aportando mi granito de arena, la artesanía digital con la que trabajo hace más de 10 años:

  • Para conectar a centros/entidades dedicadas a la enseñanza o al servicio de la ciudadanía.

  • Para reunificar a profesorado con alumnado, sea en presencial, presencial virtual o espacios mixtos.

  • Optimizar/digitalizar organizaciones y equipos de trabajo

  • Acompañar a personas sin competencias digitales fuera, al borde o en medio la brecha digital

  • Ayudar a familia, amigos, o círculos cercanos que se acerquen a pedir ayuda

Pero todo ello apelando al espíritu del café. Ese espíritu de la charla de bar que me llevo a cada acción facilitadora: por eso disfruto tanto de lo que hago. Porque lo hago como si estuviera en una terraza, charlando de tú a tú de un tema apasionante con alguien que quiere compartir un rato de vida.

Eso es lo que ha sido, es y será …

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